Colegas, pero no tanto.

En la escena local se habla mucho de comunidad, pero se practica poco. Este texto invita a replantear el apoyo entre colegas y a construir vínculos reales que fortalezcan el circuito.

Jesús León

5/19/20254 min read

Colegas... pero no tanto.
Jesús León

En la escena local de la música electrónica, nos gusta hablar de comunidad y de colegas, pero rara vez actuamos como tal. El apoyo entre colegas parece estar condicionado por la cercanía personal o por la validación previa de alguien más. Nos acostumbramos a escuchar y apoyar los proyectos en los que participamos directamente o donde están involucrados nuestros amigos. Pero ¿cuántos de nosotros nos damos el tiempo de ir a escuchar a los demás? ¿cuántos damos feedback honesto, compartimos sus sets, o asistimos a sus eventos sin que haya un beneficio directo?

Hay una percepción silenciosa pero latente de que el otro DJ es "la competencia". Desde ahí se construye una distancia innecesaria. Esa visión limita el crecimiento colectivo. No escuchar, no compartir, no conectar... es cerrar las puertas a la posibilidad de que entre nosotros también podamos inspirarnos y crecer. Porque cuando uno mejora, nos obliga —y nos motiva— a mejorar a todos.

Algunos DJs se dan a la tarea de conocer otras promotoras o artistas locales, pero lo hacen como si fuera un estudio de mercado: una observación fría y estratégica. Y ahí me surge la idea de que no todos los DJs son realmente amantes de las fiestas. Porque si lo fueran, coincidiríamos más seguido en la pista de baile, aunque no fuera nuestro turno de tocar. Estaríamos ahí por amor a la música, por el placer de bailar, de conectar con la gente, de vibrar juntos. Pero muchos prefieren mirar todo desde lejos.

En el mundo digital, repetimos patrones: compartimos lo de nuestros amigos cercanos, pero dejamos fuera a otros colegas que también están trabajando, proponiendo, arriesgándose. ¿Qué pasaría si empezáramos a apoyarnos con la misma fuerza con la que apoyamos a los artistas ya consolidados? Si no apoyamos a quienes están en nuestro mismo nivel, ¿quién lo hará?

Los artistas de mayor impacto. ¿A qué colegas emergentes apoyan? ¿A quién siguen, comparten o recomiendan públicamente? Casi nunca se ve a un artista consolidado dar un empujón genuino a alguien que apenas va comenzando. Y no porque no existan talentos, sino porque parece que solo se apoya lo que ya ha sido validado por alguien más o lo que ya está a punto de cruzar la puerta al siguiente nivel. Es como si la consigna fuera: “te ayudo, pero solo cuando ya no lo necesitas tanto”.

Lo mismo pasa con las promotoras. Es raro ver que una apoye abiertamente a otra, incluso cuando no compiten directamente. ¿No tendría más sentido compartir públicos, generar comunidad, construir un circuito fuerte y diverso? Pero parece que hay miedo a perder en lugar de una visión para ganar juntos. Nos aferramos a "nuestro público", como si fuera propiedad privada, sin entender que el crecimiento colectivo también nos beneficia individualmente.

Y a esto se suma una práctica aún más contradictoria: esperamos apoyo entre colegas, pero muchas veces lo confundimos con recibir privilegios. Pedimos entrar gratis a los eventos de los demás, como si el hecho de ser "del medio" justificara no pagar un cover. DJs, promotores, artistas... todos sabemos lo que cuesta hacer un evento: el tiempo, el dinero, la logística, el estrés. Entonces, ¿no deberíamos ser los primeros en pagar, en valorar el esfuerzo de los otros? Es curioso que justo quienes más entienden lo que implica montar una fiesta, sean los primeros en esperar cortesías. Porque eso mismo esperamos para nuestros proyectos: que la gente llegue, valore y aporte. No que lleguen con la mano extendida buscando descuentos o entradas gratis. Y esa contradicción revela mucho de cómo se entiende —o se malentiende— la palabra “colega”.

Y entonces, cuando hablamos de “modas” en la música, ¿de qué hablamos realmente? ¿cómo definimos lo que está de moda si no salimos a los clubes, si no escuchamos a nuestros colegas, si no estamos en contacto con la realidad sonora de nuestra ciudad? Nos dejamos llevar por lo que vemos en Instagram o en alguna playlist global, sin constatar si eso realmente está sucediendo en nuestra escena inmediata. Muchas veces repetimos fórmulas o ideas sin haberlas vivido de primera mano. No hay análisis real, porque no hay experiencia directa. Y eso termina por desconectarnos de nuestro propio contexto.

Y bueno, es cierto que todos tenemos derecho a decidir a quién apoyar. En gustos se rompen géneros. Pero como escena, como colectivo artístico, no hemos construido una cultura de apoyo más allá del círculo inmediato. No existe, como tal, una red de impulso mutuo entre artistas emergentes. Y eso hace que muchos talentos queden en la sombra, no por falta de calidad, sino por falta de conexiones personales. En el otro extremo, hay quienes, gracias a una buena red de amistades o favores, reciben apoyo constante, aunque su propuesta aún no esté lista para seguir creciendo. Porque en esta lógica, más que valorar el trabajo, valoramos al amigo.

Para cerrar, “si te queda el saco”…
Quiero dejar claro que esto no es un reclamo ni un ataque personal, no escribo con ánimo de ofender, sino de invitar a la reflexión. No pienso en alguien específico cuando escribo, porque mi intención no es señalar ni criticar a nadie. Lo que me mueve es el deseo de crecer, de aportar algo al desarrollo de nuestra escena. Y si lo que leíste te incomodó o te hizo ruido, quizá eso solo significa que tienes en tus manos la posibilidad de hacer algo valioso, no solo para ti, sino para el bien de toda la comunidad.

Hoy quiero invitarte a salir, escuchar, compartir, bailar. A dejar de ver al otro como amenaza y empezar a verlo como aliado. Porque si no nos apoyamos entre nosotros, si no conectamos desde lo real y no solo desde la estrategia, ¿quién lo va a hacer?